viernes, 27 de septiembre de 2013

BIENVENIDOS, ME QUIERO PRESENTAR



A quienes visitan mi Blog, me quiero presentar, soy Lidia Sanabria y naci un 17 de Marzo, mi familia era de condición humilde y estaba conformada por tres hermanos varones y dos mujeres. Mi Escuela primaria la hice en la Escuela N° 191 de Picada Vasca en General Alvear.

Mi padre era agricultor, mama, ama de casa, mis padres nos enseñaron los valores necesarios para enfrentar la vida, fuimos una familia muy unida, mis hermanos varones trabajaron como empleados rurales y las mujeres en las habituales tareas del hogar, hasta que tuvimos la edad suficiente  para trabajar como empleadas domesticas.

A los 15 años me traslade a la ciudad de Oberá para trabajar como mucama en un hotel, también de niñera, ayudante de cocina en un comedor. Después de realizar distintas actividades trabaje como moza en el restaurant Oberá que hace años desapareció, entre los 16 y 17 años papa quedo ciego por glaucoma, viajo a Santa Fe para su tratamiento, pero a su regreso llego con un bastón, totalmente ciego, esto, fue una de las cosas que marcaron mi vida al ver a mi “viejo” sentado sin hacer nada.
Íbamos los fines de semana a visitarlo y él estaba en su mundo, silencioso, sin hacer nada, mi mama lo servía, lo sobreprotegía y nosotros, sus hijos nunca dijimos nada, nadie nos informo que enfermedad tuvo papa para quedarse ciego.
Diecinueve años después de mi llegada al mundo conocí a un gringo, me enamore y me case el 18 de mayo de 1972. Me case con un gringo que también tenía su historia, su madre también era ciega producto de una mala praxis a los 32 años que la privo de la visión.
Pusimos un pequeño negocio, en el año 1974 nace mi primer hijo varón, Henry. Cuando tenía cuatro meses nos mudamos a Villa Salto Encantado donde vivía mi suegro, mi esposo era camionero, en el año 1975 nace mi segundo hijo varón, ochomesino, Enzo lo llamamos, a partir de allí comienza mi vida como chofer de camión junto a mi esposo, el llegar a casa, desarmar el bolso y volver a armarlo mientras mi marido arreglaba el camión para volver a viajar. Fueron años muy difíciles, nuevamente que quedo embarazada y hasta el octavo mes del embarazo seguía viajando y ayudándole a mi marido.
En enero de 1978 nace mi primera hija mujer, Marlene, mientras nosotros seguíamos viajando, teníamos un camión con acoplado, hacíamos viajes a Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y yo llevaba a mis tres hijos. Septiembre de 1979, nace mi segunda hija mujer, Patricia, los varones ya empezaban la escuela, entonces ya los viajes se fueron haciendo más esporádicos, solamente en las vacaciones podía salir con el camión.
Tuve un matrimonio muy feliz hasta que comenzaron los problemas por no poder acompañar a mi esposo. En mayo de 1987 nace mi quinto hijo “Mauro”, pusimos una librería, los chicos mayores ya estaban en la secundaria y los menores en la primaria.
Por la poca información que tenia y por no saber el diagnostico de mi padre, pensaba que la baja visión  que tenia era por miopía o corta de vista. Antes que mi bebe cumpliera tres añitos, en 1990, falleció por una difteria, eso acelero que mis nervios ópticos tuvieran un pico quedándome prácticamente ciega a la edad de 38 años. Cuando regreso de la consulta al oftalmólogo mi problema ya no tenía más solución.
De pronto, estaba completamente ciega, buscamos muchas opciones pero ya era tarde, volví a Salto Encantado. Lo difícil fue asumir que había quedado ciega, buscando alternativas para mi familia se vendió lo que teníamos y nos vinimos a Oberá, adonde estaba mi familia, con un embarazo de siete meses.
Un amigo nos presto una casa, mis hijos mayores consiguieron trabajo y un 28 de marzo de 1991 nace mi sexta hija Carolina, fue una experiencia distinta porque no veía, lo  único que me alegraba es que mi hija era súper sanita. Un 25 de Junio de 1992 nace mi séptimo hijo Jonathan.
En septiembre del 91 me visitan Mirta Higa, la señora Ñata y don Cornelio Rodríguez, que también era ciego, ellos me invitaron a las reuniones que se hacían en un local de la iglesia San Antonio. Los sábados a la mañana  nos reuníamos los discapacitados visuales donde charlábamos y se enseñaba artesanía, la primera vez fui con mis dos hijas y mi bebe. Conocer a otras personas de mi misma situación era algo nuevo y lindo. Todavía no me animaba a hacer nada de lo que ellos hacían, solo escuchaba.
Fue para Noviembre de ese mismo año que un chico de 18 años me dijo que tenía que usar  un bastón, lo cual no acepte, al año siguiente comencé a concurrir mas asiduamente  a las reuniones, di los primeros pasos en el tejido macramé y en braille.
Cuando nace mi último hijo deje de participar un tiempo, en el 93 arranque con más ganas, viendo lo positivo de lo que estaba aprendiendo, más que nada en braille.
Lo que más anhelaba era tener mi casa, caminamos tanto con mis hijos y mi bebe que  pensamos que nunca llegaríamos a tenerla, pero, en diciembre del 94 fallece mi padre, un paso para atrás en todo lo mío, ese mismo mes, ese mismo año la alegría de que nos entregaron la llave de nuestra casa.
El 15 de enero entramos a vivir a nuestro hogar, fue un cambio rotundo para todos, todo nuevo, todo distinto, un poco más difícil, por un lado la alegría de tener la casa y por otro la enfermedad de mi esposo que tenía cáncer de laringe, pasaba más tiempo internado que con  nosotros.
Hacerse cargo de una familia con seis hijos sin tener cobertura social, sin tener una pensión por discapacidad, pero nunca esperando que te den algo sino, salir a superarme.
El 1 de Julio del 95 fallece mama, otra vez ciega y huérfana, siempre se dice que el dolor uno lo lleva adentro.
De lunes a viernes  concurría a mis clases de artesanías, braille, orientación y movilidad.
El 7 de Noviembre de 1995 fallece mi marido, mi gringo, nuevamente me quedo sola pero con la compañía de mis seis hijos. Ese mismo año me sometí a una cirugía de vesícula biliar, dejar mi casa, mis hijos, los mayores tantos como los menores no fue fácil, el 3 de diciembre me dan de alta y volvía casa terminando el año con mucha angustia y por supuesto, mucha tristeza. Pensando que el año 96 sería más lindo me aboque a mi rehabilitación, a perfeccionar mi braille y a pensar más en mí, pero en marzo de ese mismo año fallece uno de mis hermanos de cáncer, pero no baje los brazos, seguí adelante por mi familia.
Siempre estuvieron, siempre me apoyaron en todo, fui cabeza de familia y lo sigo siendo, los años lectivos concurría al Centro Amigos del Ciego, creo que todo lo que me propuse hacer sin ver con mis ojos lo logre, perfeccione mi braille entre otras cosas.
Siempre se agradece a los que estuvieron, en orientación y movilidad que me enseñaron a tener seguridad procurar a ser  independiente dentro de lo posible. Cuando me consideraron discapacitada pude cobrar mi pensión, fue un alivio para mí y para mi familia.
Lo que aprendí como artesana me sirvió y me sigue sirviendo para enseñarles a mis amigos ciegos y para mi propio beneficio. Hoy soy una agradecida de tener una familia grande, hijos, nueras, yernos y nietos, creo que uno no puede pedir más. Hoy vivo con dos de mis hijas que son las que me bancan hoy en día.
Me levanto a las 5:30 de la mañana a preparar mi termo para el mate y las 6:15 me pasan a buscar para seguir abriendo las puertas de un taller para discapacitados visuales, desde el 2001 hasta la fecha, son desafíos  que todos los días están en nuestro camino, una cosa, soy ciega pero no veo negro, mi ceguera es como un sol opaco, me gusta que me hablen de frente, imagino a cada persona, soy muy perfeccionista con mi trabajo, porque lo que no puedo ver con mis ojos mis manos tienen la perfección para complementarme, o sea, si mis dedos me dicen está bien, es que está bien, me gusta escuchar música, cantar, soy romántica, hablo mucho, me rio, no me quejo de ser ciega, al contrario, agradezco a Dios el tener esta pequeña discapacidad.
Para algunos será terrible, pero para mí no, puedo escribir bien en la computadora aunque no pueda ver, me gusta tener amigos, soy muy sincera y hoy por hoy lo que todavía me queda por hacer es tener mi propio taller, no seré un ejemplo pero todo lo que pueda hacer para levantarle el animo a un ciego o a otra persona lo voy a hacer.
Siempre estoy, es cuestión de un llamado telefónico y allí estoy, agradezco a todas las personas que tuvieron la paciencia de enseñarme, aguantar a mis hijos, a mis amigos, y especialmente a una persona.

1 comentario:

  1. Lidia, gracias por compartir tu experiencia. Muchas gracias!
    Ojalá podamos encontrarnos algún día y conozcas nuestro teatro. Un fuerte abrazo y felicitaciones!!!

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