A quienes visitan mi
Blog, me quiero presentar, soy Lidia Sanabria y naci un 17 de Marzo, mi familia
era de condición humilde y estaba conformada por tres hermanos varones y dos
mujeres. Mi Escuela primaria la hice en la Escuela N° 191 de Picada Vasca en
General Alvear.
Mi padre era
agricultor, mama, ama de casa, mis padres nos enseñaron los valores necesarios
para enfrentar la vida, fuimos una familia muy unida, mis hermanos varones
trabajaron como empleados rurales y las mujeres en las habituales tareas del
hogar, hasta que tuvimos la edad suficiente
para trabajar como empleadas domesticas.
A los 15 años me
traslade a la ciudad de Oberá para trabajar como mucama en un hotel, también de
niñera, ayudante de cocina en un comedor. Después de realizar distintas actividades
trabaje como moza en el restaurant Oberá que hace años desapareció, entre los
16 y 17 años papa quedo ciego por glaucoma, viajo a Santa Fe para su
tratamiento, pero a su regreso llego con un bastón, totalmente ciego, esto, fue
una de las cosas que marcaron mi vida al ver a mi “viejo” sentado sin hacer
nada.
Íbamos los fines de
semana a visitarlo y él estaba en su mundo, silencioso, sin hacer nada, mi mama
lo servía, lo sobreprotegía y nosotros, sus hijos nunca dijimos nada, nadie nos
informo que enfermedad tuvo papa para quedarse ciego.
Diecinueve años
después de mi llegada al mundo conocí a un gringo, me enamore y me case el 18
de mayo de 1972. Me case con un gringo que también tenía su historia, su madre
también era ciega producto de una mala praxis a los 32 años que la privo de la
visión.
Pusimos un pequeño
negocio, en el año 1974 nace mi primer hijo varón, Henry. Cuando tenía cuatro
meses nos mudamos a Villa Salto Encantado donde vivía mi suegro, mi esposo era
camionero, en el año 1975 nace mi segundo hijo varón, ochomesino, Enzo lo
llamamos, a partir de allí comienza mi vida como chofer de camión junto a mi
esposo, el llegar a casa, desarmar el bolso y volver a armarlo mientras mi
marido arreglaba el camión para volver a viajar. Fueron años muy difíciles, nuevamente
que quedo embarazada y hasta el octavo mes del embarazo seguía viajando y
ayudándole a mi marido.
En enero de 1978
nace mi primera hija mujer, Marlene, mientras nosotros seguíamos viajando,
teníamos un camión con acoplado, hacíamos viajes a Buenos Aires, Córdoba, Santa
Fe y yo llevaba a mis tres hijos. Septiembre de 1979, nace mi segunda hija
mujer, Patricia, los varones ya empezaban la escuela, entonces ya los viajes se
fueron haciendo más esporádicos, solamente en las vacaciones podía salir con el
camión.
Tuve un matrimonio
muy feliz hasta que comenzaron los problemas por no poder acompañar a mi
esposo. En mayo de 1987 nace mi quinto hijo “Mauro”, pusimos una librería, los
chicos mayores ya estaban en la secundaria y los menores en la primaria.
Por la poca
información que tenia y por no saber el diagnostico de mi padre, pensaba que la
baja visión que tenia era por miopía o
corta de vista. Antes que mi bebe cumpliera tres añitos, en 1990, falleció por
una difteria, eso acelero que mis nervios ópticos tuvieran un pico quedándome
prácticamente ciega a la edad de 38 años. Cuando regreso de la consulta al
oftalmólogo mi problema ya no tenía más solución.
De pronto, estaba
completamente ciega, buscamos muchas opciones pero ya era tarde, volví a Salto
Encantado. Lo difícil fue asumir que había quedado ciega, buscando alternativas
para mi familia se vendió lo que teníamos y nos vinimos a Oberá, adonde estaba
mi familia, con un embarazo de siete meses.
Un amigo nos presto
una casa, mis hijos mayores consiguieron trabajo y un 28 de marzo de 1991 nace
mi sexta hija Carolina, fue una experiencia distinta porque no veía, lo único que me alegraba es que mi hija era súper
sanita. Un 25 de Junio de 1992 nace mi séptimo hijo Jonathan.
En septiembre del 91
me visitan Mirta Higa, la señora Ñata y don Cornelio Rodríguez, que también era
ciego, ellos me invitaron a las reuniones que se hacían en un local de la iglesia
San Antonio. Los sábados a la mañana nos
reuníamos los discapacitados visuales donde charlábamos y se enseñaba
artesanía, la primera vez fui con mis dos hijas y mi bebe. Conocer a otras
personas de mi misma situación era algo nuevo y lindo. Todavía no me animaba a
hacer nada de lo que ellos hacían, solo escuchaba.
Fue para Noviembre
de ese mismo año que un chico de 18 años me dijo que tenía que usar un bastón, lo cual no acepte, al año
siguiente comencé a concurrir mas asiduamente
a las reuniones, di los primeros pasos en el tejido macramé y en
braille.
Cuando nace mi último
hijo deje de participar un tiempo, en el 93 arranque con más ganas, viendo lo
positivo de lo que estaba aprendiendo, más que nada en braille.
Lo que más anhelaba
era tener mi casa, caminamos tanto con mis hijos y mi bebe que pensamos que nunca llegaríamos a tenerla,
pero, en diciembre del 94 fallece mi padre, un paso para atrás en todo lo mío,
ese mismo mes, ese mismo año la alegría de que nos entregaron la llave de
nuestra casa.
El 15 de enero
entramos a vivir a nuestro hogar, fue un cambio rotundo para todos, todo nuevo,
todo distinto, un poco más difícil, por un lado la alegría de tener la casa y
por otro la enfermedad de mi esposo que tenía cáncer de laringe, pasaba más
tiempo internado que con nosotros.
Hacerse cargo de una
familia con seis hijos sin tener cobertura social, sin tener una pensión por
discapacidad, pero nunca esperando que te den algo sino, salir a superarme.
El 1 de Julio del 95
fallece mama, otra vez ciega y huérfana, siempre se dice que el dolor uno lo
lleva adentro.
De lunes a viernes concurría a mis clases de artesanías,
braille, orientación y movilidad.
El 7 de Noviembre de
1995 fallece mi marido, mi gringo, nuevamente me quedo sola pero con la
compañía de mis seis hijos. Ese mismo año me sometí a una cirugía de vesícula
biliar, dejar mi casa, mis hijos, los mayores tantos como los menores no fue fácil,
el 3 de diciembre me dan de alta y volvía casa terminando el año con mucha angustia
y por supuesto, mucha tristeza. Pensando que el año 96 sería más lindo me aboque
a mi rehabilitación, a perfeccionar mi braille y a pensar más en mí, pero en
marzo de ese mismo año fallece uno de mis hermanos de cáncer, pero no baje los
brazos, seguí adelante por mi familia.
Siempre estuvieron, siempre
me apoyaron en todo, fui cabeza de familia y lo sigo siendo, los años lectivos concurría
al Centro Amigos del Ciego, creo que todo lo que me propuse hacer sin ver con
mis ojos lo logre, perfeccione mi braille entre otras cosas.
Siempre se agradece
a los que estuvieron, en orientación y movilidad que me enseñaron a tener seguridad
procurar a ser independiente dentro de
lo posible. Cuando me consideraron discapacitada pude cobrar mi pensión, fue un
alivio para mí y para mi familia.
Lo que aprendí como
artesana me sirvió y me sigue sirviendo para enseñarles a mis amigos ciegos y
para mi propio beneficio. Hoy soy una agradecida de tener una familia grande,
hijos, nueras, yernos y nietos, creo que uno no puede pedir más. Hoy vivo con
dos de mis hijas que son las que me bancan hoy en día.
Me levanto a las
5:30 de la mañana a preparar mi termo para el mate y las 6:15 me pasan a buscar
para seguir abriendo las puertas de un taller para discapacitados visuales,
desde el 2001 hasta la fecha, son desafíos
que todos los días están en nuestro camino, una cosa, soy ciega pero no
veo negro, mi ceguera es como un sol opaco, me gusta que me hablen de frente,
imagino a cada persona, soy muy perfeccionista con mi trabajo, porque lo que no
puedo ver con mis ojos mis manos tienen la perfección para complementarme, o
sea, si mis dedos me dicen está bien, es que está bien, me gusta escuchar
música, cantar, soy romántica, hablo mucho, me rio, no me quejo de ser ciega,
al contrario, agradezco a Dios el tener esta pequeña discapacidad.
Para algunos será terrible,
pero para mí no, puedo escribir bien en la computadora aunque no pueda ver, me
gusta tener amigos, soy muy sincera y hoy por hoy lo que todavía me queda por
hacer es tener mi propio taller, no seré un ejemplo pero todo lo que pueda
hacer para levantarle el animo a un ciego o a otra persona lo voy a hacer.
Siempre estoy, es cuestión
de un llamado telefónico y allí estoy, agradezco a todas las personas que
tuvieron la paciencia de enseñarme, aguantar a mis hijos, a mis amigos, y especialmente
a una persona.
Lidia, gracias por compartir tu experiencia. Muchas gracias!
ResponderEliminarOjalá podamos encontrarnos algún día y conozcas nuestro teatro. Un fuerte abrazo y felicitaciones!!!