lunes, 30 de septiembre de 2013

MI AMIGO EL BASTÓN

Hoy les voy a contar como conocí a mi amigo el bastón blanco.

Hace aproximadamente 21 años por causa de una enfermedad crónica llamada glaucoma, me quedé ciega. En ese momento tenía una hermosa familia conformada por mi marido y cuatro hijos. Las cosas no nos fueron fáciles, la torpeza para caminar y el tratar que mis hijos comprendieran lo que significaba la ceguera de su madre, fueron las cosas que más nos costaron.

Inclusive fui mamá después de haber perdido la vista, puesto que a un año de mi ceguera nació una hija y poco tiempo después llegó otro hijo más. Aún no recibía rehabilitación por eso la ayuda que recibí de mi familia fue fundamental, en todo sentido.

Luego mi vida comenzó a cambiar. Y eso sucedió cuando encontré personas que daban una contención a los ciegos. Esas personas me llevaron a conocer el bastón blanco. Y es curioso porque al principio yo lo rechazaba por el famoso “que dirán” los otros. También pensaba: ¿qué iba a hacer con él por las calles? Y sabiendo además que las veredas no eran buenas para caminar, nunca estaban preparadas para nosotros los ciegos, aún hoy no lo están.

Pero de parte de una de mis hijas, vino la ayuda. Lentamente empecé a tomarle confianza a mí bastón, porque cuando las personas quedamos ciegas tenemos muchos impedimentos: caminar es uno de ellos, llevarse las cosas por delante y tropezar también son cosas que nos pasan. Es así que sentimos que vamos a la deriva, y cuando aprendemos a usar el bastón, lo sentimos como un amigo, ganamos confianza, levantamos la cabeza, y sentimos que la rehabilitación nos llega.

Hoy es así que me siento muy bien, entre otras cosas puedo usar el bastón, leer y además escribir en Braille. Trabajo en los talleres, hago toda clase de artesanías y por eso quiero decirles a mis amigos ciegos que no sientan vergüenza al caminar con el bastón, ya sea este blanco o verde. Es nuestra identificación.

Por último quiero agradecer al Centro de Ciegos Margarita Higa de Oberá, a la comisión directiva, a mis pares y a todas las personas involucradas con personas como nosotros, que nos ayudan y nos alientan. Por supuesto y muy especialmente a mi familia, porque sin ellos no estaría donde estoy.

MORALEJA

“Algunas cosas nos pueden hacer sufrir a los ciegos y caemos de rodillas, pero nunca jamás van a lograr acostarnos del todo”.

                                                       LIDIA SANABRIA

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