sábado, 7 de diciembre de 2013

ROMANCE DEL NIÑO CIEGO


ROMANCE DEL NIÑO CIEGO 

En las lindes de mi pueblo, 
adornando una hondonada, 
entre afilados peñascos 
una ermita hay enclavada... 
De una herida de sus piedras 
brota agua juguetona 
que forma con su paciencia, 
cristalino manantial. 

Siempre que amanece el día, 
se paran a contemplar 
un mozuelo pequeñito... 
Él, no las puede mirar. 
Las toma en sus manos finas, 
y para que no sufran daño 
las juguetonas gotitas, 
las deja en el manantial. 
Ellas continúan llorando 
las mañanas al pasar... 
Se preguntan muchas veces, 
¡los ojitos del mozuelo, 
no nos podrán admirar? 

Todas las tardes grita: 
¡Vuelve mañana, vuelve a mirar! 
Los ecos de las montañas 
repiquetean sin cesar. 

Ya nace en los verdes prados 
amapola y azahar. 

La campana de la ermita, 
de nuevo vuelve a tocar. 
Las purpurinas gotitas 
hasta no quieren brotar.... 
Tan sólo hay un ser que piensa, 
no es el ciego, ni el arroyo, 
no es ermita ni rosal, 
no es clavel amoratado, 
ni jazmín, ni azahar. 
Es la madre del pequeño, 
que encanecida se ha vuelto, 
de tanto, tanto llorar. 

Otra mañana a empezar... 
El agua pura del arroyo, 
volvió sola a brotar... 
Sus gotas retozonas tantas veces, 
no anunciaban hoy su tic, tac. 
Ni las alondras del campo 
sabían ya su cantar. 

Ahora todas las mañanas, 
marcha a cortar unos lirios, 
y con ellos a cantar. 
¡Para él, el canto es rezo, 
y la oración es cantar! 

Sigue cantando mozuelo 
con la brisa mañanera... 
¡No pares, sigue cantando, 
estoy seguro que pronto 
marcharás a contemplar 
la carita de tu madre, 
refulgente e inmortal! 

santos aparicio


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