miércoles, 16 de octubre de 2013

DOÑA LIDIA SANABRIA ENCONTRO UNA FORMA DE HONRAR LA VIDA - TERRITORIO DIGITAL 16-10-2013


OBERÁ (CORRESPONSALÍA). Lidia Sanabria (61) sabe lo que es pelearle a la vida con empuje, coraje y ganas de superarse. A los 38 años quedó ciega y tuvo que replantear su vida. Madre de seis hijos, casi no tuvo tiempo para lamentaciones y salió adelante. 
Reconoció que primero le costó usar el bastón, pero entendió que era una herramienta fundamental para encarar los nuevos desafíos. Desarrolló el sentido del tacto, aprendió a leer y escribir en sistema braille y a hacer  artesanías.
“Sigo peleando porque la vida es hermosa y estas situaciones te demuestran la gente que te quiere por lo que sos, no por lo que tenés. No me creo ejemplo de nada, pero todo lo que logré lo hice con mucho esfuerzo y el mensaje es que se puede”, remarcó. 
Ayer, en el marco del Día Mundial del Bastón Blanco, doña Lidia charló con El Territorio y contó de su vida, sus logros y sueños. 
“El bastón me abrió muchas puertas y me acompañó en algunas luchas. En Oberá todavía falta mucho para mejorar nuestra calidad de vida, pero la solución pasa por la educación y la conciencia comunitaria”, opinó.
Lamentó el estado de muchas veredas, verdaderas trampas para los no videntes; al tiempo que criticó la atención que reciben por parte de algunos choferes del servicio de transporte público y hasta empleados de comercio con poca paciencia. 
Doña Lidia confecciona artesanías con papel de diarios, con goma eva, botellas plásticas y retazos de tela, una alternativa laboral que ayuda su economía. “Hago canastos, porta termos y hasta cuchas para perros”, detalló orgullosa, pero “ahora tienen mucha salida las rosas de goma eva para el Día de la Madre”. 



Honrar la vida 
De familia humilde, a los 15 años llegó a Oberá para trabajar como mucama en un hotel. Un par de años después su papá perdió la visión por glaucoma. Viajó a Santa Fe para realizar un tratamiento, pero volvió totalmente ciego. 
“Una de las cosas que marcaron mi vida fue ver a mi viejo sentado sin hacer nada. Íbamos los fines de semana a visitarlo y él estaba en su mundo, sin hacer nada. Mi mamá le servía, lo sobreprotegía”, recordó. 
A los 19 se casó con un “gringo”, como dice ella, que también tenía una historia con la ceguera, ya que su madre era ciega producto de una mala praxis. 
Por desconocer el diagnóstico de su padre, ella pensaba que su baja visión era por miopía. Pero a los 38 años quedó totalmente ciega. Su problema ya no tenía más solución, le dijeron los médicos.
Por conocidos tomó contacto con el Centro Amigos del Ciego Margarita Higa y comenzó su rehabilitación, hace 22 años. “Siempre puse mucho empeño y hoy puedo decir que capacito a mis pares. Nadie puede decir que los ciegos no podemos hacer las cosas, porque demostramos lo contrario. Yo corto botellas plásticas con trincheta y nunca me corté”, graficó. 
Los interesados pueden contactarse con Lidia:  al teléfono 03755-426482 o al celular 15218202.








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